Planifica tus vacaciones sin conflictos
Este año las discusiones entre Antonio y Marta empezaron de nuevo al decidir dónde pasar las vacaciones. Solía ocurrir a menudo y en ellas, uno de los dos intentaba convencer al otro de que sus propuestas eran mejores y por tanto tendrían que ser las aceptadas. Acababan agotados, cuando ya casi no quedaban plazas libres en hoteles o en medios de transporte. Entonces, uno de los dos, cedía.
Para evitar situaciones parecidas, se puede aprender a negociar. Esto supone asumir que las dos partes han de hacer renuncias o cesiones, se pierde un poco, pero también se gana y eso por parte de los dos.
Además, es importante:
- Nombrar el problema: Cualquiera puede empezar y hacerlo desde sí mismo, es la mejor forma de establecer un diálogo fluido. Por ejemplo. “Yo quiero que empecemos a tratar el tema de las vacaciones porque….”
- Aceptar las diferencias: El acuerdo llegará, no cuando el otro piense como yo, lo que implica que tiene que cambiar, sino cuando ambos hayamos encontrado una solución viable para los dos
- Escuchar y reflejar la opinión del otro: Para conocer lo que piensa el otro y empezar a “ponerme en sus zapatos”, reflejar lo que dice suaviza el diálogo, por ejemplo: “Has dicho que prefieres ir a la playa porque te parece un plan más relajado que hacer senderismo…”
- Hacer propuestas: Ambas partes han de hacerlas, no sólo una parte y la otra discutir sobre las mismas sin ofrecer a su vez las que prefiere.
- Evaluarlas: Ventajas e inconvenientes de cada una.
- Pensar en el interés común, que ambos pueden compartir: A veces las discusiones sobre los detalles, hacen perder de vista lo que importa a los dos. En el caso de las vacaciones, el interés común es descanso y diversión, desde ahí es más fácil encontrar
- Concretar, quién hace qué y cuándo: Para que el acuerdo alcanzado no dé lugar a nuevas discusiones, es preciso concretarlo, que cada uno se comprometa con una tarea y ambos tengan responsabilidades
- Poner la solución en acción.
imagen: (c) Unsplash Kelly Molland