Aristóteles nos decía, hace ya más de 24 siglos, que en el justo medio estaba la virtud, es decir el equilibrio entre dos extremos, desde el punto de vista psicológico ese centro o punto medio también es positivo, es lo que se denomina tener una alta estabilidad emocional.
Las personas que tienen ese equilibrio psicológico y emocional suelen tener un enfoque realista de la vida, no se ven afectadas con facilidad por los problemas o reveses cotidianos. Por eso, ante situaciones de estrés o dificultades, reaccionan con moderación y suelen reponerse con una relativa facilidad. Sus emociones son estables, no se dejan llevar por ellas, tampoco por sus impulsos, en otras palabras no suelen tener grandes cambios de humor, ni de ánimo, son pacientes, tranquilas, perseverantes y confiables. Las personas con una alta estabilidad emocional funcionan de una manera flexible y a la vez controlada.
En general cumplen estas características:
- Emocionalmente estables
- Buena capacidad para manejar sus emociones
- Enfoquen realista de la vida
- Aceptan lo que no pueden cambiar, pero cambian lo que sí pueden
- Toleran bien el estrés de la vida cotidiano
- Buena capacidad para manejar sus impulsos, no actúan de forma exagerada con gritos o lloros desproporcionados
- Son capaces de sentir compasión y empatía
- Conocen sus limitaciones y aptitudes, saben valorar sus capacidades y la de los demás
- Se enfrentan al contratiempo, intentan solucionarlo sin acudir a vías de escape como drogas, alcohol…
- Saben compartir, pedir ayuda y ofrecerla.
La mayoría de las personas solemos encontrarnos en un nivel intermedio entre el nivel de alta estabilidad emocional hasta un alto grado de neuroticismo o inestabilidad emocional.