Es una actitud que sirve para regular la proximidad
que estamos dispuestos a permitir a los otros seres humanos.
Es algo intuitivo, una sensación basada en detalles tan ínfimos
como la ropa que llevan, cómo hablan
o sustentada en prejuicios tan serios como su género,
su color de la piel o su credo.
El cerebro avisa desde lo más profundo del sistema límbico:
la amígdala se activa porque alguien le da mala espina.
El Sesgo Negativista, el Efecto Espejo,
la Envidia o el Resentimiento influyen.
Cómo reconocer los pensamientos que aumentan o disminuyen la Ira
Por Isabel Serrano Rosa, Psicóloga, Terapeuta y Directora de enpositivoSÍ
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