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Ir a terapia para dejar de estar mal y para aprender a estar bien 

«¡Estoy en el psicólogo!», por Isabel Serrano-Rosa

Confieso que observo con un cierto ojo clínico (y compasivo) cómo reaccionan mis pacientes cuando les suena el móvil en la consulta. Suelo contener curiosa la respiración esperando qué dirán. La respuesta suele ser siempre la misma «estoy en el médico» o «estoy en una reunión». En contadas ocasiones he escuchado a alguien reconocer abiertamente «estoy en el psicólogo».

Suelo dar una explicación positiva a estas reservas. La consulta del terapeuta es un espacio íntimo donde sentir que tienes poder, permiso y protección para expresar tus verdaderos sentimientos. Es la desesperanza la que lleva a las sesiones después de haberlo probado todo sin ningún resultado. Por eso, constituyen un momento de esperanza en poder transformar tu vida, que ha de quedar al reparo de miradas indiscretas y preguntas sarcásticas o alarmadas «¿tan mal estás?».

Además de ser personas sabias que desean transformar sus vidas, los pacientes son muy valientes. Se enfrentan a los clichés de un entorno social que todavía hoy desconoce qué se hace dentro de una consulta y superan el estereotipo a lo Woody Allen que dice que son bobalicones porque se creen que el psicólogo escucha sus penas cuando, en realidad, está pensando en sus cosas, o son unos conformistas, como sugiere el chiste «yo antes tenía un problema, fui al psicólogo y ahora sigo teniéndolo, pero ya no me importa». Son muy fuertes cuando se enfrentan al hecho de ser considerados «locos» por ir a consulta porque se supone que los «cuerdos» no lo necesitan o cuando les imaginan débiles, incapaces de manejar sus vidas por sí mismos, porque hay quien ignora que es de sabios saber pedir ayuda cuando se necesita (a nuestra cultura le gustan los héroes tipos duros que se lamen solos sus heridas, como Clint Eastwood). Los hombres, además, tienen que superar la represión del «los chicos no lloran». Aprecio a los pacientes porque asumen el valor de no ponerse más excusas o echarle la culpa a los demás o al mundo ¡con lo fácil que resulta! Saben que habrán de poner mucha energía para modificar conductas, pensamientos o hábitos, pero, aún así, persisten en su deseo de tomar las riendas de sus vidas. Yo, como profesional, aprendo mucho de ellos cada día.

Hoy se están dando pasos de gigante. Antes la psicología se centraba en su dimensión clínica, en el legítimo deseo de aliviar el dolor y el sufrimiento de los individuos. Pero desde los 90 la ciencia ha ampliado su marco de investigación a las áreas de salud y bienestar, al darse cuenta de que no basta con dejar de estar mal, hay que aprender también a estar bien y empieza a aplicarse la máxima de que más vale prevenir que curar. O dicho en lenguaje de los pacientes «no quiero que me pase…». Los estudios en torno a la neurociencia abren la puerta a reconocer que saber manejar las emociones o las relaciones, no sólo mejora la productividad y el aprendizaje, sino que modifica nuestro cerebro. Gracias a esto, cada vez son más los «auténticos héroes» que quieren cambiar su vida. Pero, eso sí, siguen siendo héroes anónimos.

Isabel Serrano-Rosa, directora de enpositivoSI, escribió este artículo para El Mundo

https://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2018/09/13/5b924f5e22601d9a6e8b4630.html

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